DEDICATORIA

A la sociedad, a la mentira, a la verdad, al odio, al amor, a la radio, a la vida, a la muerte y a la sinceridad, a los pobres, a los ricos, al perfume de una flor, a los justos y a los engreídos, a los sueños, a los niños, a las víctimas del terrorísmo, al presidiario, al político, a quien hace lo que puede, al que puede y no quiere, a quienes me han inspirado para escribir estos versos, a las personas maltratadas, al anciano y a sus canas, a la libertad, a la puta, al inmigrante, al cura, al soldado y a los que aquí he olvidado, a todos les dedico estos poemas y vaya por delante mis excusas más sinceras si a alguno he ofendido, pero esto es lo que pienso, lo que siento y lo que digo.
A unos para demostrarles el cariño que les tengo y a otros para recordarles que no lo están haciendo bien.
También dedico estos versos, a canallas y perversos, maltratadores, terrorístas, a la peor calaña humana, a la justicia aún cuando es ciega, al poder que castiga, censura y quita vidas, a los que hacen la guerra, al que tortura y mutila, deseando que algún día esa especie se extinga.
A todos menos a uno y si te das por aludido, solo tú sabrás porqué. A tí prefiero ignorarte, pues tu ayuda me negaste, mi desprecxio por delante, que el mundo da muchas vueltas y nos hemos de encontrar. El tiempo te ha reservado el lugar que te corresponde y ahí estaré yo para verte cuando aprendas la lección. Nunca olvidaré lo que hiciste, aunque tienes mi perdón.

AL FINAL DEL CAMINO


Pelo canoso y escaso,
arrugados el rostro y sus manos,
descubrió con el paso del tiempo
que la juventud se cura
con el paso de los años.

Tras su ventana mira
y recuerda tiempos pasados,
experiencias vividas
y amigos que uno a uno
se han ido marchando.

Poco queda que hacer
pues como a un viejo cacharro,
la sociedad le ha olvidado
dejándolo en el trastero
al que llaman hogar de ancianos.

Su mente le traiciona
y abandona de vez en cuando,
pero alberga mucho amor
en su corazón gastado
que ahora late relajado.

Casi un siglo ya ha vivido,
solo le falta un año,
se ha detenido el tiempo
en el temblor de sus manos,
y en su cuerpo castigado.

Se prepara para el viaje
con el mundo conciliado,
no precisa equipaje,
deja todo ordenado,
en su casa, que es un cuarto.

Y se va tanta experiencia
y conocimiento recopilado,
que pudiera haber sido útil,
si a escucharle, tan siquiera
alguien se hubiera dignado.

Autor: Manuel Lijó Moares

1 comentario:

  1. Es un poema muy triste a la par que hermoso.
    Eres todo un artista

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