Cada vez que me hieres
me das más fuerza,
pues muestras tus armas
que son de torpeza.
Cada vez que me insultas
me cargas de vida,
pues solo demuestras
tu cobardía.
Cada vez que difamas
o injurias mi nombre,
tan solo demuestras
que no eres un hombre.
Y allá quien se crea
tus sucias mentiras,
pues darán razón
a las verdades mías.
Cada vez que tu tiempo
dedicas a mi persona,
demuestras que lo que hago
bastante te importa.
Tus calumnias, con el tiempo
solo a ti te harán daño,
y el mal que me deseas
causará en ti escarnio.
Ignorando tu existencia
continúo mi camino,
haciendo oídos sordos
a la infamia de tus labios.
Si es envidia o frustración
la causa de tus actos,
más valdría que pensases
hasta dónde tu has llegado.
Más si es odio el que alimenta
tu lamento y tu fracaso,
se volverá este en tu contra
y serás por siempre odiado.
Como aceite en el agua
la verdad saldrá flotando
y tu sucias mentiras
te acabarán delatando.
Cada uno de tus golpes
me hace grande y tu en cambio,
a medida que yo crezco
a lo lejos vas quedando.
Y cuando pase el tiempo
y la contienda haya acabado,
tan solo habrás conseguido
tu vida haber arruinado.
Pues tu existencia mediocre
te acabará pasando,
la factura que mereces
no quedando sin pagarlo.
Autor: Manuel Lijó Moares
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Un poema muy hermoso y por desgracia
ResponderEliminares un tema que ocurre con demasiada frecuencia.
Queria felicitarte por tus poemas, es puro arte
lo que escribes.