DEDICATORIA

A la sociedad, a la mentira, a la verdad, al odio, al amor, a la radio, a la vida, a la muerte y a la sinceridad, a los pobres, a los ricos, al perfume de una flor, a los justos y a los engreídos, a los sueños, a los niños, a las víctimas del terrorísmo, al presidiario, al político, a quien hace lo que puede, al que puede y no quiere, a quienes me han inspirado para escribir estos versos, a las personas maltratadas, al anciano y a sus canas, a la libertad, a la puta, al inmigrante, al cura, al soldado y a los que aquí he olvidado, a todos les dedico estos poemas y vaya por delante mis excusas más sinceras si a alguno he ofendido, pero esto es lo que pienso, lo que siento y lo que digo.
A unos para demostrarles el cariño que les tengo y a otros para recordarles que no lo están haciendo bien.
También dedico estos versos, a canallas y perversos, maltratadores, terrorístas, a la peor calaña humana, a la justicia aún cuando es ciega, al poder que castiga, censura y quita vidas, a los que hacen la guerra, al que tortura y mutila, deseando que algún día esa especie se extinga.
A todos menos a uno y si te das por aludido, solo tú sabrás porqué. A tí prefiero ignorarte, pues tu ayuda me negaste, mi desprecxio por delante, que el mundo da muchas vueltas y nos hemos de encontrar. El tiempo te ha reservado el lugar que te corresponde y ahí estaré yo para verte cuando aprendas la lección. Nunca olvidaré lo que hiciste, aunque tienes mi perdón.

ESPERANZA


El sol volverá a salir
y apagará la oscuridad,
tinieblas en las que vivo
en luz se convertirán.

Siempre queda la esperanza
para quien todo ha perdido,
exiliando al olvido
tiempos de un mal vivir.

El sol volverá a salir
dando paso a un nuevo día,
en que reinará la alegría
y gozaré de otro sentir.

Tan largo es este camino,
yermo y pedregoso,
que una vez abandonado
no quiero volver a encontrar.

Espero hallar pronto la senda
y en un amanecer de ensueño,
que no sea el yugo mi dueño
ni la vida mi contienda.

El sol volverá a salir
e iluminará con fuerza,
con rayos de esperanza,
este oscuro porvenir.

Y es que no me queda nada
si no creo en mi futuro,
y aunque el presente sea duro
pronto me liberaré.

Que pende sobre mí una espada
quitando sentido a mi vida,
mas la batalla, no está perdida
y yo nunca me rendiré.

El sol volverá a salir
y se acabará la noche,
y no le haré ningún reproche
cuando se acuerde de mí.

Autor: Manuel Lijó Moares

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