EL MÁS RICO DEL CEMENTERIO
Durante una vida entera
ganó cientos de enemigos,
odiado por ser avaro,
usurero y mezquino.
Amasó cuantas riquezas
fue capaz de atesorar,
nunca compartió con nadie
y robó cuanto pudo robar.
Robó a empleados y familia,
un poco de aquí y de allá,
su obsesión era el dinero
y cuanto más, poder lograr.
Nunca tuvo un buen amigo
ni nadie que le quisiera,
le odiaron incluso sus hijos
por su vida de miseria.
Por no gastar su dinero
su mujer murió enferma,
su padre sin entierro digno
y su madre murió de pena.
Hoy lo llevan a enterrar
solo unos desconocidos,
con su dinero pagaron
entierro y funeral sus hijos.
Nadie lo fue a despedir,
nadie le llevó unas flores,
nadie por su alma rezó
ni unas tristes oraciones.
En su tumba luce ahora
traje y zapatos nuevos,
ropas que antes nunca tuvo
el más rico del cementerio.
Y sus hijos se gastaron
su fortuna en cuatro días,
bebieron y festejaron
por el viejo Zacarías.
De nada sirvió ser avaro,
mezquino y usurero,
se retuerce ahora en su tumba
el más rico del cementerio.
De nada sirvió pasar hambre
y en invierno tanto frío,
por no gastar su dinero
que de nada le ha servido.
Que vida tan miserable
pasaste y diste a los tuyos,
sin el cariño de nadie
por no gastar cuatro duros.
Los niños ahora en la calle
cantan una canción,
Zacarías murió solo
por vivir como un gorrón.
Zacarías el tacaño
vivió sin gastar dinero,
a su entierro no fue nadie,
murió como un pordiosero.
Autor: Manuel Lijó Moares
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