DEDICATORIA

A la sociedad, a la mentira, a la verdad, al odio, al amor, a la radio, a la vida, a la muerte y a la sinceridad, a los pobres, a los ricos, al perfume de una flor, a los justos y a los engreídos, a los sueños, a los niños, a las víctimas del terrorísmo, al presidiario, al político, a quien hace lo que puede, al que puede y no quiere, a quienes me han inspirado para escribir estos versos, a las personas maltratadas, al anciano y a sus canas, a la libertad, a la puta, al inmigrante, al cura, al soldado y a los que aquí he olvidado, a todos les dedico estos poemas y vaya por delante mis excusas más sinceras si a alguno he ofendido, pero esto es lo que pienso, lo que siento y lo que digo.
A unos para demostrarles el cariño que les tengo y a otros para recordarles que no lo están haciendo bien.
También dedico estos versos, a canallas y perversos, maltratadores, terrorístas, a la peor calaña humana, a la justicia aún cuando es ciega, al poder que castiga, censura y quita vidas, a los que hacen la guerra, al que tortura y mutila, deseando que algún día esa especie se extinga.
A todos menos a uno y si te das por aludido, solo tú sabrás porqué. A tí prefiero ignorarte, pues tu ayuda me negaste, mi desprecxio por delante, que el mundo da muchas vueltas y nos hemos de encontrar. El tiempo te ha reservado el lugar que te corresponde y ahí estaré yo para verte cuando aprendas la lección. Nunca olvidaré lo que hiciste, aunque tienes mi perdón.

TARDE DE TOROS


Tarde de toros,
tarde de bestias,
fiesta brava,
sangre en la arena.

Un día antes
preparan al animal
para que luzca
como fiera infernal.

Solo y a oscuras
lo mantuvieron
y así le deslumbra
la luz en el ruedo.

Grasa en los ojos
su vista entorpece,
palos le dan
que no se merece.

Sulfato en el agua
para que beba
y se debilite
con la diarrea.

Y si aún conserva
fuerza la bestia,
el picador
hará su tarea.

Monta en caballo
que no hay quien quiera,
el peto le oculta
lo que el toro hiera.

Desangra al toro
lanza certera,
que le desgarra
y su muerte acelera.

Mas la bravura
morir no le deja
y se retuerce
y desespera.

Luce la fiesta
de peinetas y mantillas,
llega el momento
de las banderillas.

Más tortura,
la gente aclama,
y atraviesa al toro
la cruel espada.

No ha muerto el toro,
más le valdría,
una estocada
pone fin a su agonía.

Yace ya muerto,
su sangre aún caliente,
no se conforma
aún así la gente.

Como remate
así no lo dejas,
le amputan el rabo
y las dos orejas.

Ni tradiciones
ni más monsergas,
la bestia humana
aquí se refleja.

Tarde de toros,
tarde de fiesta,
fiesta española,
fiesta de bestias.

Autor: Manuel Lijó Moares

No hay comentarios:

Publicar un comentario