SEXO POR DINERO
Bajo el manto de la noche,
en una ciudad cualquiera,
una mujer solitaria
la oportunidad espera.
Unas calles más arriba
y otras calles más abajo,
en un parque retirado
el mismo oficio y trabajo.
Ropa escasa en noche fría
a lo largo de la ruta,
deja ver la mercancía,
cuerpo de prostituta.
Y atento vigila el chulo,
cual pastor a su rebaño,
que ofreciendo protección
le infringe luego daño.
Van pasando los cliente
que harán productivo el día,
el soldado, el funcionario,
el cura y el policía.
No se salva ni el político,
ni el supuesto puritano,
ni el marido de otra,
que hoy quiere cambiar de plato.
Aquí hay para todos los gustos,
gordas y delgadas,
morenas y rubias,
de razas variadas.
Son los grandes almacenes
en los que aceptan tarjeta,
el TOP manta del sexo,
tanto pagas, tanto llevas.
Gran negocio ilegal
que se anuncia en la prensa,
que a costa de la necesidad,
grandes fortunas ingresa.
Aquí no hay mujeres vejadas
ni lucha de sindicatos,
ni injusticias laborales,
cuando se mira a otro lado.
Aquí no hay acoso, ni leyes,
aunque el sexo sea obligado,
en las calles, en burdeles
o en hoteles camuflados.
Y los más adinerados
en este surtido bazar,
prostitutas de lujo
también pueden encontrar.
La artista y la famosa,
la aristócrata elegante,
de la que menos te esperas,
por dinero, te lo hace.
Para algunas, es sencillo,
para otras, un calvario,
para drogas, para el bingo,
para subsistir a diario.
El oficio más antiguo
que funciona en el mundo entero,
el que nunca hizo una huelga,
el del sexo por dinero.
Sexo a cambio de billetes,
de joyas o buena vida,
hay putas que no lo parecen
y otras lo son por comida.
Autor: Manuel Lijó Moares
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