PRESIDIARIO
Tras los muros de una cárcel
llora triste un presidiario,
privado de libertad
sin haber sido juzgado.
Lo prendieron por estar
en lugar equivocado,
sin testigos ni coartada,
sin haber hecho algún daño.
Lentitud de la justicia
y no ser adinerado,
al no poder pagar fianza
lo han encarcelado.
Hasta que se celebre el juicio
habrán pasado dos años,
habrá perdido el trabajo
y quedará marcado.
¿Quién le compensará entonces,
cuando se haya demostrado
que otra vez a un inocente
la vida hemos destrozado?
Nadie podrá devolverle
cuanto se le ha quitado,
las sonrisas de su niña
y de su mujer besos y abrazos.
Nadie podrá devolverle
de su vida esos años,
ni podrá quitarle nadie
miedo y angustia pasados.
¿Quién dijo que se era inocente
hasta demostrar lo contrario?
El pobre es siempre culpable
y el diablo es su abogado.
Tras los muros de esa cárcel
muchos otros confinados,
son ahora su familia
y se han solidarizado.
Intentan llenar sus horas
y comprenden su tragedia,
no son todos tan malos
los que viven tras las rejas.
Tras los muros de la cárcel
otro mundo hemos creado,
para justificar su existencia
mil leyendas inventado.
Seguirá habiendo muros
mientras sea necesario,
pues son el parche de un mundo
imperfecto y desordenado.
Autor: Manuel Lijó Moares
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Verdad como un templo.
ResponderEliminarY luego, ni te piden una disculpa. Hay mucha gente a la que se le ha destrozado la vida por un "error".
Mejor un criminal en la calle que un inocente en la cárcel.
Buen poeta.
Javier