DEDICATORIA

A la sociedad, a la mentira, a la verdad, al odio, al amor, a la radio, a la vida, a la muerte y a la sinceridad, a los pobres, a los ricos, al perfume de una flor, a los justos y a los engreídos, a los sueños, a los niños, a las víctimas del terrorísmo, al presidiario, al político, a quien hace lo que puede, al que puede y no quiere, a quienes me han inspirado para escribir estos versos, a las personas maltratadas, al anciano y a sus canas, a la libertad, a la puta, al inmigrante, al cura, al soldado y a los que aquí he olvidado, a todos les dedico estos poemas y vaya por delante mis excusas más sinceras si a alguno he ofendido, pero esto es lo que pienso, lo que siento y lo que digo.
A unos para demostrarles el cariño que les tengo y a otros para recordarles que no lo están haciendo bien.
También dedico estos versos, a canallas y perversos, maltratadores, terrorístas, a la peor calaña humana, a la justicia aún cuando es ciega, al poder que castiga, censura y quita vidas, a los que hacen la guerra, al que tortura y mutila, deseando que algún día esa especie se extinga.
A todos menos a uno y si te das por aludido, solo tú sabrás porqué. A tí prefiero ignorarte, pues tu ayuda me negaste, mi desprecxio por delante, que el mundo da muchas vueltas y nos hemos de encontrar. El tiempo te ha reservado el lugar que te corresponde y ahí estaré yo para verte cuando aprendas la lección. Nunca olvidaré lo que hiciste, aunque tienes mi perdón.

ADICTOS A LA NICOTINA


No somos viciosos
ni gente mezquina,
somos adictos
a la nicotina.

Nos llamáis fumadores
siempre molestamos,
y nos margináis
como a apestados.

Maldito cigarrillo
del que soy esclavo,
por más que lo intento
no puedo dejarlo.

Maldita la hora
en que caí en sus redes,
envenenó mi sangre
y me mata lentamente.

Y consideráis
que fumar está mal,
peor es que una droga
sea legal.

Hipócrita estado
que me lo vende,
le pido ayuda
y no me la ofrece.

Hacienda me exprime
y sanidad me señala,
me roban el dinero
y encima me matan.

Me anunciaban el tabaco
y eso sí está mal,
en la única televisión
que además era estatal.

Tenía por entonces
tan solo catorce años
y no me advirtieron
de que me iba a hacer daño.

Es más, me lo vendían
como símbolo de hombría,
si quieres ser un hombre,
¡toma nicotina!

Ahora, con el tiempo
tienen la seguridad
de que es una droga
y te puede matar.

Pero no hay para nosotros
un tratamiento,
porque no representamos
un peligro social.

No robamos, ni matamos
para comprar nuestra droga,
pagamos más impuestos
a un estado que nos roba.

Narcotraficantes que se sirven
de camellos ilegales,
delincuentes con inmunidad,
no hay gobierno que lo pare.

Codiciosos del dinero
que vendéis la mercancía,
y luego engañáis al pueblo
con soluciones ficticias.

Tanto dinero gastado
en supuesta prevención
robado a gente enferma,
víctima de una adicción.

Autor: Manuel Lijó Moares

2 comentarios:

  1. Fácil es echar culpas afuera

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  2. El único culpable de que YO empezase a fumar, soy yo, pese a que con 14 años y dadas las circunstancias sociales de entonces, fuese muy fácil caer, sobre todo en un entorno de fumadores. Muchos otros no lo hicieron y les admiro por ello.
    Pero no soy yo culpable de que esta droga todavía se siga vendiendo legalmente con el único propósito de recaudar, y menos todavía de que, reconociendo la dorgadicción como una enfermedad, no haya un tratamiento con prescripción y seguimiento medico, que garantice los resultados de desintoxicación (cosa que si lo hay para quienes consumen drogas ilegales)
    Paradojas de la hipocresía social y la doble moral.

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